La coincidencia esta mañana de cinco grandes veleros en el puerto de Málaga (cuatro de ellos cruceros), nos indica claramente que la navegación del futuro necesita ser más eficiente y sostenible, para lo que no tiene complejos en mirar al pasado y aprender de varios milenios de experiencia, de ensayos y de errores. Adaptarse o morir siempre ha sido el lema de la evolución y ante un panorama de disminución de los recursos energéticos, la navegación a vela, especialmente para trayectos recreativos, vuelve a cobrar todo su sentido.
A una navegación más relajada y auténtica se le suma el menor gasto energético de estos grandes veleros y cómo no, su indudable encanto. Todo un espectáculo visual que, por suerte, cada vez es más frecuente en nuestro puerto.
Por desgracia para Málaga, los regidores/empresarios del urbanismo y los guías espirituales de la mediocre arquitectura local, no suelen dejarse llevar por este tipo de reflexiones, lo que está provocando la demolición sistemática de la ciudad histórica, que desapare ante nuestros ojos, día a día, casa a casa, manzana a manzana. Sus viejos barrios: la Trinidad, El Perchel o la Coracha, entre otros, marcharon hace ya años camino del vertedero, sin que pudiéramos, apenas, estudiarlos y comprenderlos. Siglos de experiencia arquitectónica y urbanística acumulados en sus casas, en sus calles, en el uso inteligente de sus materiales, todo ello perdido para siempre.
Imagen: Málaga REC |
Justo ahora que estamos a las puertas de un cambio en el modelo energético, que exigirá una arquitectura más respetuosa y eficiente y un urbanismo más sensato, en este preciso momento, hemos decidido quemar nuestra particular biblioteca de Alejandría.
En los próximos años, mientras Málaga se convierte en un ejemplo internacional de cómo no hacer las cosas, los grandes veleros seguirán visitando nuestro puerto, como si nunca hubiera pasado nada.
Y es que, a diferencia de nosotros, ellos están de paso en la exciudad del paraiso.
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