Carta de un vigía:
Desgraciadamente la Gerencia Municipal de Urbanismo (GMU) no vela por nuestro derecho a disfrutar y aprender de los restos materiales de nuestra historia, ni de gozar de un buen medio ambiente urbano, con edificios construidos con las técnicas que siglo tras siglo han demostrado ser las más sostenibles.El catálogo de edificios protegidos del Centro Histórico es una de las herramienta que la Gerencia de Urbanismo tiene para proteger legalmente el conjunto histórico de Málaga, declarado hace algunos años Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía. Sin embargo, dicho catálogo es tan solo una mínima expresión de los valores arquitectónico de nuestro Centro Histórico: estamos ante una lista escuálida centrada en edificios de cierto recargamiento ornamental decimonónico, mientras hay ausencias clamorosas de los siglos XVII y XVIII, o del antaño rico patrimonio industrial. Dentro de los pocos edificios que cuentan con el privilegio de tener ficha en el catálogo, en la mayoría de los casos la protección se reduce a la distribución de huecos y/o alturas exteriores, siendo los interiores muy singulares aunque carentes de protección, por lo que los ciudadanos no llegarán a conocerlos, aun siendo patrimonio de todos los malagueños. Patios rodeados de columnas, fuentes domésticas y forjados de madera desaparecen a un ritmo vertiginoso sin que apenas podamos saber de su existencia, ante la desidia de los propietarios para conservarlos y el nulo interés de la Gerencia de Urbanismo en acatar la protección BIC de nuestro Centro Histórico.
La última víctima es Carretería nº 31, cuya ficha del PEPRI es tan raquítica que tan sólo protege la secuencia de sus cierros, originalmente dos, pero hoy en día sólo uno, y que por tanto es de esperar que sean sustituidos por vulgares imitaciones de aluminio (como suele suceder). El edificio en cuestión figura en la ficha como obra de 1847, aunque su origen claramente es muy anterior, tanto por sus caracteríscos balcones como por el patio de tradición dieciochesca que han podido contemplar algunos vigías. El resto de malagueños no llegaremos a verlo, debido a que en estos momentos se está vaciando, una vez que se han expoliado sus materiales más significativos.
Datar los edificios con una fecha posterior al de su construcción es un error muy común en las fichas del PGOU, ya que en la Gerencia de Urbanismo tienen como práctica habitual tomar como año de origen del edificio el que aparecen en el primer registro catastral, por lo que en la mayoría de los casos los edificios son décadas o incluso siglos más antiguos que lo indicado. Esta mala práctica les resta antigüedad a unos inmuebles cuyo mayor valor estriba en ser los últimos testigos de su época y de las soluciones constructivas de su tiempo. Aunque a simple vista es fácil datar los orígenes estilísticos de cada edificio, la Gerencia de Urbanismo, (que pagamos todos), prefiere no hacer el trabajo que le corresponde. Ello se debe a que este organismo tiene como función primordial la expansión urbanística de la ciudad (que hasta hace poco era una inmensa fuente de financiación para el Ayuntamiento), mientras que la conservación del patrimonio arquitectónico es tan solo una molestia que la legalidad española les impone. Quizás debería tener cabida en las tareas de protección un departamento como Cultura, reservado hoy en día para charanga y pandereta, o incluso un departamento exclusivamente dedicado al Patrimonio Histórico. Por supuesto, del papel de la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía no tenemos nada que decir, porque desde hace años renunciaron a ejercer su función de tutela y vigilancia en la ciudad de Málaga. A saber por qué...
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