lunes, 3 de marzo de 2014

Málaga espera que cada vigía cumpla con su deber


Inglaterra espera que cada hombre cumpla con su deber. Con estas palabras, izadas mediante señales en los palos del Victory, el almirante Nelson arengaba a sus marineros, justo en el momento en el que daba la orden de lanzarse contra la flota combinada hispano francesa. Una maniobra en forma de doble cuña con la que no solo destrozó las armadas aliadas, sino también el sueño marítimo de Napoleón, y a la larga, la continuidad del Imperio Español.

Tres formas de ciudadanía se enfrentaron en aquella legendaria batalla. Por un lado, los marineros británicos, quienes tras una serie de revueltas, motines y protestas, habían conseguido el respeto de su gobierno. Y no solo eso, sino que el aumento de las pagas, la mejora en la alimentación y el establecimiento de indemnizaciones a huérfanos y viudas, había conseguido establecer una confianza mutua entre gobierno y marineros. Por otro lado estaban los franceses, cegados por el brillo fulgurante de Napoleón, un dictador con mucho carisma (como se diría ahora), quien escudado en los ideales de la revolución Francesa intentaba imponer su autoridad sobre Europa, aunque el precio a pagar fuera la sangría de su nación. Por último, miles de españoles, (súbditos de un rey Borbón que había vendido el país a los Franceses), fueron reclutados a la fuerza en tabernas costeras y en pueblos del interior, para ser enrolados sin formación previa, sin sueldo y casi sin comida. Estos desgraciados marinos se vieron involucrados en una tremenda batalla donde lucharon como leones por salvar el propio pellejo, más que por la gloria de su rey.

Finalmente Nelson ganó, aunque muriera en el intento. Sin embargo, sus hombres continuaron luchando hasta alcanzar la victoria sobre franceses y españoles. Gran Bretaña se convertía así en el imperio hegemónico durante el siguiente siglo. Francia poco después pasaría a ser una potencia de segundo orden y España... Bueno España desaparecería practicamente del panorama internacional y pasaría a ser un país olvidado más allá de los Pirineos, donde por cierto, aún seguimos.

¿Y qué tiene esto que ver con el patrimonio, La Mundial y todas esas cosas de las que tratamos en Torre Vigía? Pues algo muy simple: esta historia nos demuestra que cuando se confía en la gente, en los ciudadanos, cuando gobierno y pueblo son uno mismo y luchan por una misma causa, entonces pueden alcanzarse grandes logros. Sin embargo, cuando el gobierno vive alejado del pueblo, cuando lo oprime, lo utiliza y lo trata como súbdito aborregado, entonces el desastre está garantizado.

Por desgracia, España todavía está gobernada por gentuza que no dudaría en mandar a sus ciudadanos a morir en un nuevo Trafalgar, si de ello dependiera mantener sus privilegios. Aunque quién sabe, quizás esta vez los marineros no se limiten a luchar por salvar su vida.





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