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Desde hace milenios, los pueblos mediterráneos han utilizado el empedrado con cantos rodados como un medio barato y eficaz, a la par que estético, para recubrir calles, plazas y patios. Esta solución, duradera como la que más, que apenas necesita mantenimiento y que en latitudes calurosas como la nuestra proporciona un agradable frescor, gracias al agua que retiene entre sus huecos, se ha convertido en símbolo de ciudades patrimoniales como Sevilla, Granada o Córdoba, mientras que en su variante de grandes teselas es característico de otras como Oporto y Lisboa.
En Málaga, su uso está datado desde los orígenes mismos de la ciudad. Ya los fenicios, en el cerro del Villar, emplearon una solería parecida a base de conchas marinas. Los romanos y después los árabes lo utilizaron extensamente en nuestra ciudad. De hecho, hasta no hace mucho, era usual en todas las calles del Centro Histórico y de barrios como el Perchel, la Trinidad o Capuchinos.
Por todo ello, entre 1958 y 1964, el Ayuntamiento de Málaga, regido por el alcalde García Grana, decoró algunas calles del Centro Histórico con este peculiar empedrado artístico realizado por artesanos.
Las calles Fresca, Correo Viejo, Beatas, Cabello, Santiago, los laterales del Parque o la plaza de San Francisco, entre otros rincones, se cubrieron con esta original marca, en un intento por recuperar las tradiciones y renovar de paso la imagen del Centro.
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Después vinieron los años del boom inmobiliario, donde todo se trastocó. Había que modernizar la ciudad a toda costa, demoler todo lo antiguo y abandonar las viejas técnicas. Lo importante era construir mucho y rápido, por lo que estos empedrados se abandonaron a su suerte. Luego, durante el mandato de Celia Villalobos perdimos algunos tan importantes como el de calle Beatas.
Francisco de la Torre, en 2008 intentó eliminar el de calle Fresca y gracias a la labor de algunos colectivos y ciudadanos particulares (Málaga en Verde) pudo salvarse in extremis.
Ahora le toca el turno al de calle Santiago. Olvidado y despreciado durante décadas, va a ser sustituido por una solería de piedra, tan cara como insulsa, que borrará para siempre esta característica tan peculiar de nuestro Centro Histórico, que por cierto, ha sido declarado recientemente conjunto BIC (Bien de Interés Particular).
Llegados a este punto, nos preguntamos para qué sirve tanta protección si por la decisión de un solo político podemos perder una pieza más de nuestro escaso patrimonio artístico.
Solicitamos desde aquí que se reconsidere la idea de eliminarlo, que se repare y se respete para que todos los malagueños y visitantes podamos seguir disfrutándolo como se merece.
Y ya puestos, lanzamos una propuesta: crear una escuela
taller que recupere estos empedrados para convertirlos, ahora sí, en una
marca de nuestro Centro Histórico. Ya basta de malgastar el
dinero público, el nuestro, en carísimas solerías. Formemos a un grupo
de jóvenes malagueños en el arte del empedrado artístico. Invirtamos
nuestro dinero en formación y empleo. Todos saldremos ganando.
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