Calle Calvo, años 60. |
Durante las últimas décadas se han demolido cientos de edificios centenarios en los arrabales de Málaga. Un patrimonio inmenso, habitado por gente humilde y sencilla, una ciudad paralela a la de calle Larios, quizás una Málaga más genuina y auténtica, pero también más incomoda para nuestros dirigentes, desaparecía con cada casa, con cada calle, con cada barrio. El Perchel, la Trinidad, la Coracha, Lagunillas, hoy son lugares vacíos y sin espacio en nuestra memoria colectiva.
Mientras el mundillo cultural, periodístico y urbanístico de la ciudad se centraba en el centro burgués decimonónico, la "almendra" como lo llaman los cursis -copiando el término de los madrileños-, se denostaba el resto de la ciudad histórica, calificándolo como "cochambre" y animando a su completa eliminación. Todo ello, alentado por políticos sin escrúpulos, de uno u otro signo, asociaciones de vecinos, empresarios, comerciantes y un sin fin de colectivos interesados en la desaparición de tanta cochambre. Por supuesto, siempre con el visto bueno de los ciudadanos, que tan solo en los últimos años y debido -o gracias- al sangrante caso de la Mundial, se han atrevido a levantar tímidamente la voz ante tanto disparate.
Calle Calvo, casa barroca en proceso de restauración. |
El resultado lo tenemos a la vista, una ciudad histórica minúscula y convertida en decorado turístico y unos barrios cuajados de solares y arquitectura vulgar, donde los escasísimos restos supervivientes de la hecatombe, una vez restaurados, sobresalen de la mediocridad urbana, sacandole los colores a paisanos y visitantes.
Como ejemplo, la reciente restauración de la casa barroca de calle Calvo, en el barrio de El Perchel, por parte del arquitecto Igancio Dorao, una auténtica joya ya descontextualizada y rodeada de vulgaridad. Pero ahí está y ahí seguirá.
Pinturas murales de la casa de calle Calvo. |
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