En tiempos de la burbuja inmobiliaria, pero también de vacas flacas, las administraciones se parecen a esos antiguos directores de los grandes hoteles de lujo que, ante la llegada de un cliente de postín, ejecutaban una reverencia en la alfombra roja que no tenía nada que envidiar a los contorsionistas.
Lo estamos viendo con Eurovegas, un proyecto que a pesar de sus aires horteras y nada claros, seguramente terminará en España con una interpretación verdaderamente laxa de la legislación. Todo sea por atraer inversores, aunque sea el señor Adelson, que parece un actor de CSI Las Vegas interpretando a un magnate.
En Sevilla, ni el PGOU del año 2006 ni el plan especial de la zona contemplaban un rascacielos de 178 plantas y ahí tienen la Torre Pelli, poniendo ya en peligro los monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad de la capital andaluza, según advierte la Unesco.
Como vimos ayer, en Málaga la búsqueda del efecto Guggenheim fue baldía.Incapaces de plantear una obra multimillonaria y de relumbrón diseñada por algún arquitecto estrella, la Diputación y el Ayuntamiento, gobernadas entonces por socialistas y populares respectivamente, levantaron unas macrosedes acristaladas (la Diputación y la Gerencia de Urbanismo con otras dependencias municipales) que son un ejemplo maravilloso de cómo derrochar el dinero de todos.
Pero nuestros políticos, que no descansan, seguían buscando un arquitecto estrella para «poner a Málaga en el mapa» y dieron con el único premio Pritzker español, Rafael Moneo y con su llegada, ejecutaron una reverencia tan profunda, que autorizaron la creación de un hotelito que doblará la altura autorizada para el Centro Histórico de Málaga. Ni Nadia Comaneci forzaría tanto la cintura.
El resto de este proyecto profundamente respetuoso con el entorno ya se lo sabrán de memoria: demolición de un antiguo inmueble de la familia Loring Heredia construido por el autor de la calle Larios y que fue sede del Gobierno Civil tras el incendio de la Aduana en los años 20.
Como gesto de buena voluntad, algunos de sus elemento serán salvados y reproducidos en el hotelito de diez plantas, que se construirá sobre el Pasillo de Atocha, que desaparecerá del callejero.
El Consejo Consultivo de Andalucía acaba de autorizar esta reverencia de socialistas y populares en tiempos de crisis que repite los errores urbanísticos de hace medio siglo. ¿Habría ocurrido lo mismo de no ser Moneo?; por supuesto que no, somos así de provincianos.
Uno pensaba que tras la borrachera urbanística de los últimos años, tras el desfile indecente de tantos vendedores de humo y cemento, los ánimos estarían más templados a la hora de autorizar proyectos desproporcionados y agresivos como este.
Pero, lejos de hacer de la necesidad virtud, estos tiempos de estrecheces también están sirviendo para que vuelva el negocio rancio de siempre y esta vez con el aval de socialistas y populares, que algún día deberán explicar a sus votantes por qué coinciden en jalear esta tropelía que «nos pone en el mapa», pero en el de las ciudades españolas sin remedio.
Lo estamos viendo con Eurovegas, un proyecto que a pesar de sus aires horteras y nada claros, seguramente terminará en España con una interpretación verdaderamente laxa de la legislación. Todo sea por atraer inversores, aunque sea el señor Adelson, que parece un actor de CSI Las Vegas interpretando a un magnate.
En Sevilla, ni el PGOU del año 2006 ni el plan especial de la zona contemplaban un rascacielos de 178 plantas y ahí tienen la Torre Pelli, poniendo ya en peligro los monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad de la capital andaluza, según advierte la Unesco.
Como vimos ayer, en Málaga la búsqueda del efecto Guggenheim fue baldía.Incapaces de plantear una obra multimillonaria y de relumbrón diseñada por algún arquitecto estrella, la Diputación y el Ayuntamiento, gobernadas entonces por socialistas y populares respectivamente, levantaron unas macrosedes acristaladas (la Diputación y la Gerencia de Urbanismo con otras dependencias municipales) que son un ejemplo maravilloso de cómo derrochar el dinero de todos.
Pero nuestros políticos, que no descansan, seguían buscando un arquitecto estrella para «poner a Málaga en el mapa» y dieron con el único premio Pritzker español, Rafael Moneo y con su llegada, ejecutaron una reverencia tan profunda, que autorizaron la creación de un hotelito que doblará la altura autorizada para el Centro Histórico de Málaga. Ni Nadia Comaneci forzaría tanto la cintura.
El resto de este proyecto profundamente respetuoso con el entorno ya se lo sabrán de memoria: demolición de un antiguo inmueble de la familia Loring Heredia construido por el autor de la calle Larios y que fue sede del Gobierno Civil tras el incendio de la Aduana en los años 20.
Como gesto de buena voluntad, algunos de sus elemento serán salvados y reproducidos en el hotelito de diez plantas, que se construirá sobre el Pasillo de Atocha, que desaparecerá del callejero.
El Consejo Consultivo de Andalucía acaba de autorizar esta reverencia de socialistas y populares en tiempos de crisis que repite los errores urbanísticos de hace medio siglo. ¿Habría ocurrido lo mismo de no ser Moneo?; por supuesto que no, somos así de provincianos.
Uno pensaba que tras la borrachera urbanística de los últimos años, tras el desfile indecente de tantos vendedores de humo y cemento, los ánimos estarían más templados a la hora de autorizar proyectos desproporcionados y agresivos como este.
Pero, lejos de hacer de la necesidad virtud, estos tiempos de estrecheces también están sirviendo para que vuelva el negocio rancio de siempre y esta vez con el aval de socialistas y populares, que algún día deberán explicar a sus votantes por qué coinciden en jalear esta tropelía que «nos pone en el mapa», pero en el de las ciudades españolas sin remedio.
La Ciudad, Alfonso Vázquez, 19/04/2012
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