lunes, 12 de marzo de 2012

Un edificio digno del mejor cine


El arquitecto Antonio Díaz ha recuperado en la calle Granada, 33 un edificio de tres plantas de Gerónimo Cuervo de 1871.

De estar en Pekín, sería catalogado de un verdadero «trabajo de chinos», porque las obras de rehabilitación de este edificio, en el 33 de la calle Granada, comenzaron en 2005 y todavía quedan algunos retoques.

«La hemos soportado cuatro vecinos a pulmón, pero ha merecido la pena», cuenta Javier Domínguez Bandera (Chico), hermano del actor Antonio Banderas.

Y es que la primera planta de esta construcción del XIX se ha convertido en sede de la productora de Banderas, Green Moon, así como en un apartamento para uso de la productora, dos espacios en los que se ha mezclado la modernidad con la conservación del máximo de elementos originales de la casa.


Los arquitectos Antonio Díaz Casado de Amezúa y Francisco José Alfonso ha sido los responsables del trabajo de rehabilitación de este edificio de planta baja más dos plantas habitables que se construyó en 1871 tras la demolición, en 1868, del convento de monjas de San Bernardo, que partía de ahí y llegaba hasta la calle Niño de Guevara.

«Es un detalle curioso que este edificio de Gerónimo Cuervo –el arquitector del Teatro Cervantes– tiene dos plantas menos que el resto, creo que la explicación está en que el propietario quería que fuese una casa familiar y no tenía intención de alquilar nada», plantea Antonio Díaz.

El propietario y promotor del edificio fue el comerciante de aceite de oliva Enrique Grana, cuyas iniciales (EG) se encuentran en el portal de entrada así como en el techo decorado de la segunda planta.

Antonio Díaz destaca el aspecto deplorable que presentaba el edificio, que había sufrido entre otras cosas la intromisión de un restaurante cuyas instalaciones habían ocupado buena parte del patio comunitario, además de haber puesto en riesgo el edificio, que sufrió un conato de incendio a mediados de los 90.


La fachada, así como los dos techos decorados y el portal han sido restaurado por la empresa Quibla. De la fachada comenta Antonio Díaz que logró convencer a la Oficina de Rehabilitación del Centro para que, en vez de que luciera según la paleta de colores oficial, pudiera recuperarse la fachada original. «Todo lo de arriba son revocos de cal como los aplacados, que se hacían por temas decorativos y de trabajo, con molduritas que van cercando las ventanas y cintas color caramelo que unen la composición», detalla.


La planta baja es una imitación de estuco de mármol y en la base, mármol que en realidad es parte de la cimentación del edificio. Como curiosidad, en el lateral que da a la calle Denis Belgrano han aparecido en ese primer cuerpo de la fachada sumas y nombres, posiblemente de los albañiles de esos tiempos en los que reinaba Amadeo de Saboya.

Las obras ha incorporado un ascensor a la antigua escalera de servicio, a la que se accedía por el patio interior y han respetado la decoración de la escalera principal, de los años 40 del siglo pasado, aunque debajo hay otra decoración más antigua, con flores.


El piso de Teresa Díaz, en la segunda planta, está lleno de luz, cuenta con una amplio salón, para lo que ha tirado algunos tabiques, y ha aprovechado la altura de los techos para construir una habitación más.


En la primera planta se encuentra la productora y el apartamento de Green Moon, de Antonio Banderas.

Su hermano Chico muestra el resultado: «Hemos recuperado todo el suelo, pieza por pieza, los ladrillos y los techos se han conservado y la madera también es original». A este respecto, precisa que tanto la puerta común del edificio como las contraventanas de madera fueron enviadas y restauradas en Carratraca.


En algunos casos, indica Antonio Díaz, los suelos originales de baldosa hidráulica han sido trasladados a otras habitaciones porque, por ejemplo, la productora malagueña tiene una sala de proyección que necesita un suelo especial para disminuir los ruidos. En la sala, por cierto, se aprecian algunos de los diez balcones con los que cuenta esta planta primera.

«Además, hay que resaltar el trabajo de Antonio, que ha reforzado la estructura del edificio, que estaba que se caía y el suelo estaba abombado», dice Chico, que muestra el apartamento de la productora, en el que se combinan los elementos de la vieja casa con grandes pantallas para ver la tele en tres dimensiones. «Tengo que usarlo algún día para ver cómo funcionan las luces porque todo tiene domótica», señala, al tiempo que confiesa que le agrada que algunos de los habitantes de este edificio hayan tenido una estrecha relación con su cofradía y la de su hermano, Fusionadas.

Para Antonio Díaz, esta rehabilitación es un ejemplo más de las grandes posibilidades que tienen los pisos del Centro Histórico de Málaga. Casas del XVIII y del XIX que pueden dar el salto al siglo XXI sin perder nunca el equilibrio.

Alfonso Vázquez, La Opinión de Málaga, 11/03/2012

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