Una vecina nos alerta de la posible desaparición de la casa situada en calle Carril nº 7, distante a pocos pasos de la transitada calle Mármoles. Edificación sencilla, de arquitectura popular, cuyos vanos, balcones y canales nos indican que fue levantada a finales del XIX. Presenta en la actualidad buen aspecto, a pesar del abandono, aunque a tenor del nulo respeto que se le tiene al patrimonio de nuestra ciudad, todo parece indicar (o al menos así lo anuncia la promotora) que en breve será demolida para dar paso a una nueva promoción de viviendas, con mucho mármol, tarima flotante y diseño anodino que vendrá a despersonalizar, aún más, el enclave. Si bien, tal como está el mercado inmobiliario, lo más seguro es que en vez de una nueva promoción los vecinos tengan que sufrir un solar más durante muchos años. Y es que en la calle Carril hay ya más de 15 solares abandonados.
La vivienda de calle Carril nº 7 es una de las pocas que han sobrevivido del antiguo barrio de la Trinidad, uno de los más emblemáticos de Málaga que en las últimas décadas ha sufrido la demolición sistemática de todo su caserío, la expulsión del vecindario original y su degradación hasta límites propios de países del tercer mundo.
Hace ya algunos años que el Ayuntamiento, de la mano del arquitecto “estrella” Salvador Moreno Peralta, decidió darle otros aires a un barrio popular que llevaba décadas abandonado. Su principal actuación (y única por el momento) fue darle vía libre a las cuadrillas de demolición que armados con piquetas y palas excavadoras abrieron brecha en el corazón del barrio derribando a su paso valiosos edificios de los siglos XVIII y XIX, muchos de ellos adornados pinturas murales, que en otros puntos del centro histórico (y ya no digamos en otras ciudades) hubieran sido dignos de su conservación y restauración.
Perdió Málaga así un rico patrimonio histórico y arquitectónico, aunque la peor parte se la llevó el vecindario que decidió quedarse. Llevan décadas sufriendo el vertido de escombro y basuras en los solares abandonados, donde las ratas, la delincuencia y el tráfico de drogas campan a sus anchas ante la indiferencia de las autoridades municipales, que se limitan a prometer mejoras en periodo electoral.
Triste fin para un barrio histórico que fue habitado por gente humilde y trabajadora.
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