miércoles, 28 de mayo de 2014

Esta casa ¿era una ruina?


Hoy trataremos sobre una rehabilitación singular, que debería ser un referente la hora de intervenir en un Centro Histórico declarado BIC, como es el de Málaga, pero que por desgracia representa un caso excepcional en el panorama arquitectónico de la ciudad.

Hablamos del edificio de calle Juan de Padilla nº 3, un inmueble construido en la segunda mitad del XIX, para la incipiente burguesía malagueña. Durante un siglo, fue habitado por un sinnúmero de familias, hasta que el despoblamiento del Centro Histórico, en las últimas décadas del siglo XX, lo condenó al olvido. A partir de ese momento, los propietarios cerraron el edificio a cal y canto, con lo que las humedades empezaron a hacer estragos y lo que no se pudría se expoliaba (algo habitual en Málaga).
Elementos singulares como las barandillas, los peldaños o las tabicas fueron expoliados para venderlos en el mercado negro.
La Gerencia de Urbanismo, siempre bastante parca a la hora de otorgar protecciones arquitectónicas (a saber por qué...), le había asignado al inmueble una protección de grado II, que en resumen permitía demoler el edificio mientras se conservara la fachada. Ni por el uso de materiales tradicionales, ni por ser un ejemplo de arquitectura adaptada a nuestro clima, ni siquiera por su antigüedad, a la Gerencia de Urbanismo tan solo le importaba (y le importa) la fachada, que dicho sea de paso, es lo único que puede apreciar el ciudadano de a pie. El resto, como decimos, podía demolerse tranquilamente.
Estado de la fachada al inicio de la intervención de rehabilitación.

Así que la propiedad, teniendo en cuenta el deterioro del edificio y la escasa protección con la que contaba, optó por solicitar en 2003 a la Gerencia de Urbanismo la ruina económica del edificio, que por supuesto, se le concedió, ya que el coste de su rehabilitación superaba el 50% al de reposición (nueva construcción). Este tipo de ruina es la más extendida en el Centro Histórico de Málaga y conlleva una serie de obligaciones municipales que el ayuntamiento de Málaga, a través de la Gerencia de Urbanismo, está desatendiendo clamorosamente (pero de eso ya hablaremos en otra ocasión).

La propiedad, con el expediente de ruina, ya podía solicitar la licencia de demolición con mantenimiento de fachada, que se le concedió en 2005. Desde ese mismo momento, ya podían entrar las máquinas y demoler el edificio...

Los años de abandono y el deterioro suelen hacer pensar a los propietarios que lo lógico es demoler, cuando lo sensato y económico es rehabilitar.

Pero si hubieran demolido, hoy no hablaríamos sobre este edificio. ¿Qué pasó para que de un edificio en ruinas se haya pasado a un magnífico inmueble totalmente rehabilitado? Pues el sentido común, que aunque menos común de lo necesario, a veces hace acto de presencia y trastoca los planes iniciales.

Detalle de los balcones con herrajes de fundición, restaurado minuciosamente por AETOS Restaura.

Y es que la propiedad, bien asesorada por el arquitecto malagueño Antonio Díaz Casado de Amezúa, comprendió finalmente que el valor del edificio iba más allá de los metros cuadrados de su solar y del volumen de construcción permitido. El valor del edificio, lo que lo hacía tan singular y atractivo en el mercado inmobiliario, era que conservaba parte su arquitectura interior, algo que se estaba perdiendo en el resto de la ciudad y que los compradores potenciales empezaban a demandar. 

Para qué gastarse dinero en demolerlo, más dinero en apuntalar la fachada, más dinero aún en el estudio arqueológico (preceptivo si se demuele y que puede llegar a paralizar la obra durante varios años... y con la fachada apuntalada...), todavía más dinero en un proyecto de obra nueva... Para qué malgastar tiempo y dinero cuando se podía comenzar a rehabilitarlo en cualquier momento, con el aliciente de que al no tener que pagar por todo lo demás, el dinero se podía emplear en rehabilitarlo en codiciones y aportarle esos detalles de calidad inusuales en las nuevas promociones.

Antonio nos comenta cómo se utilizó la madera laminada para reforzar la estructura de madera original.

Dicho y hecho, el arquitecto se puso manos a la obra y en un plazo de tiempo razonable, ha rehabilitado totalmente el edificio. Significativos han sido los trabajos de carpintería, así como la restauración minuciosa de los balcones, a cargo de AETOS Restaura.

Y aunque parezca lo contrario, la inversión que ha realizado la propiedad ha sido similar a la contemplada inicialmente para la demolición/nueva construcción. Sin embargo, ahora disponen de unas magníficas viviendas, con el valor añadido de la historia, algo que cada vez se valora más en el mercado inmobiliario. Y de propina han conseguido un ático abuhardillado increible, que no piensan vender.
Magnífico ático abuhardillado.
Sería interminable comentar los detalles de la obra, pero las imágenes ya hablan por sí mismas:
Fachada restaurada. 2014.
Habitación de una de las viviendas.

Se han conservado y restaurado las puertas originales de las viviendas.
Baño bajo cubierta.
Detalle del "rayo de Júpiter", unión tradicional entre elementos portantes de madera.

Escalera vista desde el portal.
Magistral trabajo de carpintería que une lo antiguo con lo nuevo.


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